EL PRESENTE ESPACIO HA SIDO DISEÑADO CON LA FINALIDAD DE PUBLICAR ARTICULOS DEL AUTOR : DR. HUGO CERVANTES CASTILLO, REFERIDOS A LA PROBLEMATICA NACIONAL Y MUNDIAL. SE ESPERA QUE LOS ARTICULOS PUBLICADOS SEAN DEL AGRADO DE LOS VISITANTES A ESTA PAGINA, Y CUYAS OPINIONES, NATURALMENTE INTERESAN AL AUTOR.







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domingo, febrero 20, 2011

TOLEDO, ¿UN CHOLO PRESIDENCIABLE?

El presidente Alan García, en su último viaje a Chile, declaró (La Primera 21 de enero del 2011) que "Planteamos solucionar el último tema que nos separa...... pero el objetivo final era terminar con lo último que puede separar a dos naciones llamadas a crecer juntas". Pero, sucede que este no es "el último tema que nos separa". Hay uno, que lleva ya más de 130 años, sin que Chile haya hecho nada por evitar tal separación. Me refiero, obviamente, a la retención indebida del Huáscar en manos chilenas. Recuérdese al efecto, que, cuando en el combate de Iquique, Grau hunde a la Esmeralda, muere el marino chileno Arturo Prat; y, el gobierno peruano por mano de Grau, devuelve sin que Chile lo solicite, el anillo de matrimonio, el reloj y la espada de Prat que, como es obvio, pudo retener el Perú por ser un trofeo de guerra. Más todavía: junto con éstos efectos personales, Grau envía una carta a la viuda de Prat, elogiando el coraje de su esposo y deplorando su deceso. Ella por su parte, en su respuesta al héroe peruano, alaba la grandeza de Grau, y agradece la restitución de la espada de su esposo que (cito memoria) “ha cobrado ahora un precio extraordinario” por tratarse de un trofeo de guerra, naturalmente. Hugo Cervantes Castillo


Producida la generosa actitud peruana, era perfectamente lógico, esperar que Chile sintiera el compromiso de devolvernos el Huáscar, también trofeo de guerra; pero, transcurridos más de 130 años de la guerra, no se ha sentido Chile, obligado a correspondernos con las misma generosidad con que fue tratado. Y si después de ello, nuestros diplomáticos por boca del presidente García, le dicen al presidente chileno que nada tenemos que reclamar respecto del Huáscar, y que solo hemos ido a dar término “al último tema que nos separa”, estamos haciendo por enésima vez, el papel de sumisos colonos, dispuestos a decir o a hacer lo que al patrón le convenga. ¿Hasta cuándo seguiremos actuando así? ¿Hemos nacido acaso con la cerviz doblada? ¿No alcanzan nuestros diplomáticos a entender que la negativa chilena a devolvernos el Huáscar es una ofensa a la dignidad humana? ¿No comprenden que se nos hizo un desaire hace 130 años al no corresponder chile grandeza por grandeza? ¿O, será, tal vez, que el agravio, por ser ya más que centenario, ha dejado de ser un insulto?.

No se le pide a Chile que nos devuelva Arica; no exigimos que nos devuelva territorio; aspiramos solamente a que nos devuelva un símbolo glorioso. Nada más. Y, si se niegan hasta ahora ha hacerlo, es porque quieren desafiarnos y quieren mantener vigente la ofensa inferida.

Resulta entonces que el viaje de Piñera al Perú, para estrechar vínculos de amistad, no es sino una hipócrita conducta, motivada por su interés en el gas de Camisea y en su desesperación por obtener del Perú, la energía que haga andar sus industrias. Pues bien: si energía quiere, ¡que pague antes esa vieja deuda¡. En tanto y, mientras no se resuelva el contencioso de La Haya y no se nos restituya el Huáscar, Perú debe dejar en suspenso, cualquier convenio conducente a resolver los problemas de Chile. Es pue, hora de pedir esa devolución. Pero hay que saber solicitarla. Ningún riesgo se correría ciertamente, si el embajador peruano en Santiago, esbozara tal posibilidad, en charla a efectuarse con el canciller chileno, y comenzara por recordarle el gesto sublime de Grau y que en consideración a tal hecho, desearía saber Perú, si Chile, correspondiendo nobleza por nobleza, decidiera devolvernos el Huáscar. No tratándose de una solicitud oficial en regla, nada escrito saldría de ella necesariamente. Chile, es muy libre, por cierto, de negarse a la petición peruana, pero nosotros somos igualmente libres, de quitarle la careta a sus interesadas muestras de amistad.

La devolución del Huáscar, será en el futuro, el “termómetro” que nos diga fielmente, de las verdaderas intenciones chilenas.

Y, aún efectuando oficialmente, la petición aludida, no estaríamos pidiendo, algo que no se nos debe. Si se me permite la expresión nuestro derecho deriva del gesto de Grau. No pedimos, pues, una devolución gratuita; como así sucede, por ejemplo, con Bolivia que, sin embargo, exige su salida al mar en todos los foros del mundo.

A tenor de lo dicho, ¿Cómo dejar en manos foráneas ese barco glorioso, que asombró al mundo con sus hazañas? ¿Cómo olvidar el buque que durante seis meses. Detuvo él solo, la invasión chilena? ¿Cómo dejar, en fin, en tierra extraña, ese pedazo de patria que fue tumba y sudario de Grau y los que con él al holocausto fueron?



Petulante, como siempre, Toledo quiere hacernos creer a los peruanos, que el llegó a la presidencia de la República, por méritos propios. Finge olvidar que la necesidad de zafarnos de dos criminales y ladrones como Fujimori y Montesinos, nos obligó a votar por un desconocido como él, pero, ¿Quién es Toledo realmente? No es sino un tipo farsante (negó a su hija Zaraí) un sujeto casi iletrado, a tenor de sus mentiras y sus monumentales atentados contra la gramática más elemental. Pese a ello, cada cierto tiempo, nos sale con el cuento de que tiene en preparación varios libros, como si todas las gentes que lo escuchan, no pasaran de la primaria. Toledo no sabe escribir porque no habla castellano. Su jerga, plagada de garrafales errores, delata su pobre nivel cultural. Dice por ejemplo, anastesia , por anestesia ( con e); dice recoleccionar por recolectar; rivindicar por reivindicar; expresa que el interés de la patria "esta por sobre encima, sin advertir que sobre y encima, son sinónimos. Uno de estos vocablos sobra. Pero últimamente, incurrió en un yerro catastrófico, que apareció en los diarios La Primera y Perú 21, pintando de cuerpo entero al oriundo de Cabana con estudios en Harvard. Toledo había dicho refiriéndose a Vargas LLosa, que había recibido "el premio Nobel de la Paz en Literatura". Pero, eso no es todo. Días antes, entrevistado por Canal N, dijo que era objeto de "insultos calificativos".

Ese es Toledo, lector; ese su nivel. Después de esto, que nos venga a decir Carlitos Ferrero que el cholo es una persona que debe gobernar el Perú, porque además ha recibido muchas veces la distinción de Doctor Honoris Causa de diversas universidades. La última, la recibió de la universidad de Raúl Diez Canseco Terry, menesteroso de un "lugarcito" en cualquier lista parlamentaria o ministerial; necesitado siempre, pese a ser hombre rico, de vivir de la teta presupuestal.

Cuando el cholo habla, su mensaje va dirigido a los peruanos de primaria para abajo. A ellos se les puede engañar y hacerles creer que es economista.

Pero ya Umberto Jara, ("Historia de dos Aventureros") le probó que él no estudió economía sino educación y se graduó años después de egresado.

Empero, lo repugnante en él es saber que abre la boca para decir una mentira más, o una verdad a medias. Así se lo acaba de decir Humala: "Es un mentiroso". Y esto se observa en su personalidad postiza, su voz engolada, y en perpetua pose de actor, mirando siempre a las cámaras. Así también se lo ha dicho Mauricio Mulder: "Lo veo con una voz más engolada, que lo muestra como un hombre falso, un actor". (Perú 21 del 12 de Nov. 2010). Y es que en él nada es natural, nada es auténtico. Es perfectamente conciente de que posee una personalidad muy pobre, producto de su falta de cultura. Eso lo obliga a disfrazar su conducta, buscando darse aires de importancia. ¿Qué puede esperarse, lector, de un sujeto, que con aires de economista, habla del interés por cápita (así con O) cuando la trillada locución latina usada por los economistas, es ingreso Per Cápita (con E), para significar ingreso por cabeza o habitante? Posteriormente, a la muerte del periodista Ugaz, entrevistado por canal N, dijo que acompañaba a los deudos de Ugaz en su "congojo" ignorando que "congoja" no tiene masculino. Y, todo ello, para no abundar sobre su desconocimiento total de la concordancia de género y número, que, para él, un quechuahablante es un busillis inextricable. Después de lo dicho, ¿Quién es Toledo, en suma? No es más que un hombre que conoció la pobreza en su hogar de albañiles, por eso ahora quiere cobrarle la revancha a la vida. De ahí que exija lo que nunca tuvo: Whisky etiqueta azul; de ahí sus poses de personaje; de ahí, en suma, sus viajes a Punta Sal, en avión presidencial con todos sus amigotes y con plata de los peruanos, desde luego. Busca la satisfacción puramente animal de los sentidos: comer, dormir, sexo, trago. Y, alguna elevación puramente espiritual? Bueno, de eso no tiene la menor idea.

A fin de cuentas, el cholo no es más que el gañan ordinario y rústico, sorprendido por las cámaras de Cecilia Valenzuela, poniendo el hielo con las manos, en los vasos de whisky. Ahora es natural que entre nosotros, lo apoyen Carlos Bruce, y un abogado de familia conocida en Lima, tránsfuga de todos los partidos; un "independiente" en fin, que está con todos y con nadie. ¿Será, lector, el amor al cholo o a los chicharrones?.

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