EL PRESENTE ESPACIO HA SIDO DISEÑADO CON LA FINALIDAD DE PUBLICAR ARTICULOS DEL AUTOR : DR. HUGO CERVANTES CASTILLO, REFERIDOS A LA PROBLEMATICA NACIONAL Y MUNDIAL. SE ESPERA QUE LOS ARTICULOS PUBLICADOS SEAN DEL AGRADO DE LOS VISITANTES A ESTA PAGINA, Y CUYAS OPINIONES, NATURALMENTE INTERESAN AL AUTOR.







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sábado, febrero 26, 2011

EL HUASCAR Y LA DIPLOMACIA PERUANA

El presidente Alan García, en su último viaje a Chile, declaró (La Primera 21 de enero del 2011) que "Planteamos solucionar el último tema que nos separa...... pero el objetivo final era terminar con lo último que puede separar a dos naciones llamadas a crecer juntas". Pero, sucede que este no es "el último tema que nos separa". Hay uno, que lleva ya más de 130 años, sin que Chile haya hecho nada por evitar tal separación. Me refiero, obviamente, a la retención indebida del Huáscar en manos chilenas. Recuérdese al efecto, que, cuando en el combate de Iquique, Grau hunde a la Esmeralda, muere el marino chileno Arturo Prat; y, el gobierno peruano por mano de Grau, devuelve sin que Chile lo solicite, el anillo de matrimonio, el reloj y la espada de Prat que, como es obvio, pudo retener el Perú por ser un trofeo de guerra. Más todavía: junto con estos efectos personales, Grau envía una carta a la viuda de Prat, elogiando el coraje de su esposo y deplorando su deceso. Ella por su parte, en respuesta al héroe peruano, alaba la grandeza de Grau, y agradece la restitución de la espada de su esposo que (cito memoria) “ha cobrado ahora un precio extraordinario” por tratarse de un trofeo de guerra, naturalmente.
Producida la generosa actitud peruana, era perfectamente lógico, esperar que Chile sintiera el compromiso de devolvernos el Huáscar, también trofeo de guerra; pero, transcurridos más de 130 años de la guerra, no se ha sentido Chile, obligado a correspondernos con la misma generosidad con que fue tratado. Y si después de ello, nuestros diplomáticos por boca del presidente García, le dicen al presidente chileno que nada tenemos que reclamar respecto del Huáscar, y que solo hemos ido a dar término “al último tema que nos separa”, estamos haciendo por enésima vez, el papel de sumisos colonos, dispuestos a decir o a hacer lo que al patrón convenga. ¿Hasta cuándo seguiremos actuando así? ¿Hemos nacido acaso con la cerviz doblada? ¿No alcanzan nuestros diplomáticos a entender que la negativa chilena a devolvernos el Huáscar es una ofensa a la dignidad peruana? ¿No comprenden que se nos hizo un desaire hace 130 años al no corresponder Chile grandeza por grandeza? ¿O, será, tal vez, que el agravio, por ser ya más que centenario, ha dejado de ser un insulto?.
No se le pide a Chile que nos devuelva Arica; no exigimos que nos devuelva territorios; aspiramos solamente a que nos devuelva un símbolo glorioso. Nada más. Y, si se niegan hasta ahora ha hacerlo, es porque quieren desafiarnos y quieren mantener vigente la ofensa inferida.
Resulta entonces que el viaje de Piñera al Perú, para estrechar vínculos de amistad, no es sino una hipócrita conducta, motivada por su interés en el gas de Camisea y en su desesperación por obtener del Perú, la energía que haga andar sus industrias. Pues bien: si energía quiere, ¡que pague antes esa vieja deuda¡. En tanto y, mientras no se resuelva el contencioso de La Haya y no se nos restituya el Huáscar, Perú debe dejar en suspenso, cualquier convenio conducente a resolver los problemas de Chile. Es pues, hora de pedir esa devolución. Pero hay que saber solicitarla. Ningún riesgo se correría ciertamente, si el embajador peruano en Santiago, esbozara tal posibilidad, en charla a efectuarse con el canciller chileno, y comenzara por recordarle el gesto sublime de Grau y que en consideración a tal hecho, desearía saber el Perú, si Chile, correspondiendo nobleza por nobleza, decidiría devolvernos el Huáscar. No tratándose de una solicitud oficial en regla, nada escrito saldría de ella necesariamente. Chile, es muy libre, por cierto, de negarse a la petición peruana, pero nosotros somos igualmente libres, de quitarle la careta a sus interesadas muestras de amistad.
La devolución del Huáscar, será en el futuro, el “termómetro” que nos diga fielmente, de las verdaderas intenciones chilenas.
Y, aún efectuando oficialmente, la petición aludida, ¿No estaríamos pidiendo, algo que no se nos debe? Si se me permite la expresión, nuestro derecho deriva del gesto de Grau. No pedimos, pues, una devolución gratuita; como así sucede, por ejemplo, con Bolivia que, sin embargo, exige su salida al mar en todos los foros del mundo.
A tenor de lo dicho, ¿Cómo dejar en manos foráneas ese barco glorioso, que asombró al mundo con sus hazañas? ¿Cómo olvidar el buque que durante seis meses detuvo él solo, la invasión chilena? ¿Cómo dejar, en fin, en tierra extraña, ese pedazo de patria que fue tumba y sudario de Grau y los que con él al holocausto fueron?





Hugo Cervantes Castillo
hucercas@yahoo.com.ar

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